¿Quién es responsable de una persona con trastorno bipolar?

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La ayuda de los terapeutas, familiares y amigos juega un rol importante, pero el protagonista principal es y será siempre quien padece el trastorno.

Se aproxima el 30 de marzo, fecha escogida para conmemorar el Día Internacional del Trastorno Afectivo Bipolar, en honor al gran maestro Vincent Van Gogh, que fue diagnosticado póstumamente como una persona que probablemente padeció esta condición.

El trastorno afectivo bipolar (TAB) es un padecimiento del estado del ánimo, en el cual la persona vive episodios de depresión, seguidos por episodios de gran exaltación o manía o viceversa.

Estos la llevan a tener conductas erráticas, ya sea en la manía o en la depresión. En la manía hay una euforia excesiva, alegría desenfrenada, un positivismo irreal e irritabilidad con poca tolerancia, que puede llegar a la grosería.

En la depresión, la persona tiene bajos niveles de energía, incapacidad para disfrutar, ideas negativas y en casos extremos ideas suicidas.

En un trastorno como el TAB, son importantes varios aspectos para lograr la estabilidad emocional. Uno de ellos, quizás el más importante, es que la persona acepte el diagnóstico dado por un profesional debidamente calificado.

Lamentablemente, el promedio para lograr esto y que la persona se estabilice es de 10 años, ya que hay un proceso de duelo, acompañado de negación, abandono de tratamiento y muchas crisis en el camino, lo cual en ocasiones hace más difícil dicha estabilidad.

Lo primero es que la persona se responsabilice de su enfermedad. Esto quiere decir que, una vez dado el diagnóstico y los medicamentos a tomar, asuma ese compromiso consigo misma.

Lo próximo es iniciar un proceso terapéutico, buscando un profesional de la salud mental especializado en el área de la bipolaridad.

Una vez logrado esto, que no suele darse de manera mágica ni rápida, el próximo paso a realizar es el inicio de la psicoeducación, lo cual va de la mano o incluido en el proceso terapéutico.

Es importante que la persona aprenda de su enfermedad y que se empodere de ésta para poder hacer frente a los retos que le vienen.

Otro aspecto a evaluar es un cambio en su vida, ya que el estrés es un posible desencadenante de crisis. Estos cambios deben ser evaluados y realizados de acuerdo a cada caso y cada persona en particular. No existe una fórmula única, ya que cada caso es individual y único, aunque el trastorno tenga manifestaciones comunes para muchas personas.

Es importante buscar grupos de apoyo, en los cuales la persona que vive la realidad del TAB pueda encontrar un espacio de crecimiento y oportunidad de aprendizaje con otras personas que viven esa misma realidad.

Busca ayuda, ¡se puede!

A mayor responsabilidad asumida por la persona que padece el TAB, mayor es la probabilidad de que el pronóstico de estabilidad aumente.

El responsable principal es el mismo paciente. Esto no implica que lo haga solo: la ayuda y apoyo de los terapeutas, familiares y amigos juega un rol importante.

No obstante, el protagonista principal es y será siempre quien padece el trastorno.

Si te has identificado con algo, o tienes un ser querido al cual visualizas con características de lo leído, busca ayuda, ¡se puede!

FUENTE: www.listindiario.com