Así es la microbiota de una persona con depresión

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Así es la microbiota de una persona con depresión

La conexión entre cerebro e intestino es estrecha.

Un artículo escrito por Juan C. Leza, Catedrático del Dpto. Farmacología y Toxicología de la Facultad de Medicina. CIBERSAM, de la Universidad Complutense de Madrid, y Javier R. Caso, Profesor Contratado Doctor en el mismo departamento. 

Se atribuye a Emmanuel Kant la frase “la mano es el cerebro externo”. Es cierto que el control de estos extremos ocupa un enorme porcentaje de la función cerebral: no hay más que mirar representaciones del “homúnculo”.

Desde luego, son esenciales tanto para la recepción de la realidad externa como para la expresión de nuestras ideas. Sin embargo, no son órganos vitales. El intestino sí lo es y sus relaciones con el cerebro van mucho más allá.

¿Qué conexión hay entre el cerebro y el intestino?

Un estudio publicado en Nature por el gastroenterólogo Emeran A. Mayer explicaba cómo se conectan ambos órganos, cerebro e intestino. Esta interacción entre ellos toma interés no sólo en la regulación de las funciones gastrointestinales sino también en el estado de ánimo y en la toma de decisiones intuitivas.