Celso Arango: «Un nuevo confinamiento sería devastador para la salud mental de niños y adolescentes»

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El jefe de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón fue uno de los primeros en alertar de las cicatrices que la pandemia dejaría en la salud mental. Primero en los sanitarios y después en el resto de la población. La demanda masiva que ahora llega a las urgencias, sobre todo de jóvenes y adolescentes, es fruto de aquellas semanas de encierro, afirma

A Celso Arango aún se le quiebra la voz cuando se le pide que recuerde la primera embestida del coronavirus. Cuando no se conocía nada de ese enemigo invisible. No había mascarillas ni respiradores y los muertos se contaban por cientos cada día. España entera se confinó y sufrió semanas de encierro. Pero por mucho que se contara «nadie podía imaginar lo que se vivía en los hospitales», asegura. «Ibas por la calle, no había nadie, atravesabas la puerta del hospital y eso era… la guerra. En el Gregorio Marañón ya habíamos vivido los atentados del 11-M, con decenas de víctimas a las que hubo que atender en tiempo récord. Esto era distinto. La crisis se iba a prolongar y necesitábamos hacer todo lo posible para que los sanitarios no se quebraran».

Antes de que ningún profesional llamara a su puerta, el jefe de Psiquiatría diseñó intervenciones preventivas. «Organizamos grupos en tres turnos siete días de la semana para que durante media hora los profesionales sanitarios compartieran la angustia que vivían. Queríamos que se vaciaran para que al salir del hospital no se llevaran a casa ningún sentimiento de culpa ni frustración».

Tras recibir el premio ABC Salud al ‘Médico del Año’, el también presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría rememora con ABC la primera oleada de una crisis sanitaria que aún no parece tener fin. Habla de la factura en salud mental que dejará y de la falta de fondos para mejorar su tratamiento y prevención.

¿Qué fue lo más difícil de gestionar?, ¿el miedo a contagiarse? ¿a no poder salvar más vidas?

Los médicos estamos acostumbrados a tratar enfermedades malignas que matan. Los oncólogos tienen su estadística, los cardiólogos las suyas y hasta en psiquiatría sabemos que el 10% de los casos de depresión mayor o esquizofrenia pueden morir. Esto es algo predecible. Pero con el coronavirus no éramos capaces de saber quién iba a ir mal, ni tampoco estábamos preparados para gestionar la frustración que genera saber que se hubieran podido salvar más vidas en otras condiciones. Si hubiera habido más camas UCI, más respiradores…

¿Quién lo pasó peor?¿quizá el personal de las UCI donde se vivieron las situaciones más duras?

Al contrario, la crisis tuvo en los trabajadores de las UCI menos repercusión. Hubo oftalmólogos y neurólogos a los que les tocaron administrar tratamientos paliativos. Enfermeras de Psiquiatría a las que se les asignó trabajo en unas UCI que se improvisaron en bibliotecas y gimnasios. Ninguno de estos profesionales estaban acostumbrados a ese tipo de trabajo y para ellos supuso un desgaste adicional. En general, los sanitarios fueron el grupo de población que más sufrió. Los primeros estudios indican que más del 50% han tenido síntomas psiquiátricos causados por la pandemia. Solo en nuestro hospital hemos tratado a 600 y no sabemos si hay más recibiendo ayuda fuera del centro.

«Más del 50% de los sanitarios ha tenido algún síntoma psiquiátrico causado por la pandemia»

¿Recuerda algún caso en especial?

Como anécdota, recuerdo el caso de una persona que tuvo que tomarse la baja porque no aguantaba la presión y, al mismo tiempo, se sentía culpable porque no estaba ayudando. Intentó regresar antes de tiempo y el primer día que se incorporó sufrió una crisis de pánico que le dejó paralizada en su coche, en mitad de la carretera. Era incapaz de llegar al hospital, pero tampoco de volver a su casa. No podía. Hubo gente que lo pasó muy mal.

La pandemia también ha pasado una factura en salud mental al resto de ciudadanos. ¿Ha pasado ya lo peor o solo hemos visto el comienzo?

No lo sabemos. Ahora tenemos una demanda de atención masiva que colapsa los servicios de urgencia. No es solo un problema particular de España, está ocurriendo en el resto de Europa. Los casos que están llegando ahora a las consultas de Psiquiatría son fruto del confinamiento que hubo hace un año.

¿Sería soportable un nuevo confinamiento?

Un nuevo confinamiento sería devastador para la salud mental de niños y adolescentes. Antes no se sabía que el efecto pernicioso iba a ser tan grande en este grupo de población, pero ahora sí lo sabemos. Esto debería valorarse antes de tomar esa decisión. En adultos no queda tan claro en función de los resultados que tenemos a día de hoy.

¿Cómo es el perfil de esos pacientes?

Son personas muy jóvenes, de entre 10 a 20 años, con patologías mentales graves, bien porque ya estaban mal antes de la pandemia y se han descompensado, o porque debutan casos nuevos. Llegan muchos con trastornos afectivos, menores con intentos de suicidio y también con problemas de conducta alimentaria.

«A Salud Mental le ha pasado como a Atención Primaria, ya estaba colapsada antes del coronavirus»

Pero el colapso de la salud mental no es un problema nuevo

No, no lo es. Nos ha pasado lo mismo que a la Atención Primaria: ya estaba colapsada antes de la llegada del coronavirus, pero con la pandemia se ha venido abajo. En Psiquiatría tenemos una situación similar. Hace dos años había trastornos mentales y suicidios y las listas de espera también eran inaceptables entonces. Pero si sobre un sistema absolutamente en tensión, sobreviviendo a duras penas, añades una sobrecarga adicional, el sistema se rompe y esto es lo que nos está pasando. Ahora simplemente se visibiliza más el problema. Existe una falsa impresión de que estamos ante un problema nuevo.

¿Es bueno que la salud mental se ponga de moda?

Las modas no son buenas porque atraen pseudoexpertos. Pero que se hable de salud mental es una oportunidad. Tendríamos que canalizar de forma positiva lo que estamos viviendo, como ya ocurrió con el VIH o el cáncer de mama. Una de cada cinco personas puede tener un problema de salud mental a lo largo de su vida. Eso significa que mañana podría tocarte a ti o a mí. Es bueno que haya famosos que hablen públicamente de su enfermedad. La gente debe saber que se le puede ayudar y solicitar ayuda sin miedo, estigma o vergüenza. Nuestro problema no es la falta de tratamientos eficaces sino la accesibilidad a los mismos. Las campañas del Ministerio de Sanidad diciendo que si tienes un problema, debes pedir ayuda, están muy bien. Pero si después de pedirla te dan cuatro meses de lista de espera, ¿qué sentido tienen?. En España tenemos una falta estructural de especialistas, aproximadamente un 30-40% menos de psiquiatras que la media europea, un 80% menos de enfermería especializada y un 50% menos de psicólogos clínicos.

«El Plan de Salud Mental del Gobierno nació con cero euros. Era una absoluta vergüenza»

El Gobierno ha presentado una estrategia en salud mental y cien millones de inversión para intentar resolverlo. ¿Es suficiente?

Bueno, en realidad, el plan nació con cero euros. El Gobierno presentó una estrategia sin dotación presupuestaria. Después se dotó con 2,5 millones y, finalmente, se subió a cien por la presión de las sociedades científicas. Era una absoluta vergüenza que naciera sin fondos. Sin presupuesto no se pueden cumplir los objetivos que marque cualquier estrategia.

Con ese presupuesto, ¿se podrá contratar a más profesionales?

Con 33 millones de euros al año entre 17 comunidades, quizá dé para contratar a un psiquiatra, un psicólogo y una enfermera por autonomía. Bienvenido sea, pero es claramente insuficiente. En psiquiatría no tenemos fármacos caros, tampoco utilizamos una tecnología sanitaria avanzada. Nuestra punta de lanza tecnológica es la persona que trata a la persona. Lo que necesitamos es contratar profesionales. Esperamos que este dinero se transfiera a los profesionales y no se limiten a hacer campañas de sensibilización que están bien, pero con ellas no solucionamos el problema.

«En España algunos chicos intentan suicidarse mientras están en lista de espera para ser atendidos»

La estrategia prevé la creación de un teléfono de ayuda contra el suicidio. ¿Le parece una buena medida?

Sí lo es, pero vuelve a ser insuficiente. Desde la Sociedad Española de Psiquiatría llevamos años pidiendo un plan de prevención del suicidio, como tienen ya 38 países. Gracias a él, Dinamarca ha conseguido reducir sus suicidios con políticas de prevención, invirtiendo en aprendizaje socioemocional en los colegios, en profesionales para reducir las listas de espera…En España algunos chicos intentan suicidarse mientras están en lista de espera para ser atendidos en un centro de salud mental. Las urgencias se han convertido en la puerta de entrada a la consulta del psiquiatra.

El jefe de Psiquiatría del Gregorio Marañón , en uno de los pasillos del hospital Ignacio Gil
El jefe de Psiquiatría del Gregorio Marañón , en uno de los pasillos del hospital Ignacio Gil

El Ministerio de Sanidad informa de las listas de espera para una operación de juanetes o de cataratas, pero no para acceder a una consulta de psiquiatría.

Las lista de espera es un problema que siempre me ha enervado. No hay elecciones en las que todos los partidos políticos no hablen de lista de espera quirúrgica. Pero nadie habla de reducir las de psiquiatría. ¿Qué impacta más en la vida de una persona?, ¿el tener una limitación mínima en un dedo del pie o un adolescente con un trastorno mental grave que debe esperar un año para acceder al hospital de día, sin ir al colegio y sus padres sin poder trabajar para cuidarle? Eso hasta ahora ha vendido poco.

¿El INE refleja que en 2020 se suicidaron 14 menores de 15 años, el doble que el año anterior. ¿Qué pasa por la cabeza de un niño para suicidarse?

Por debajo de 8 o 9 años, por definición, no puede haber suicidio. Un niño de esa edad no tiene interiorizado el concepto de irreversibilidad. Puede subirse a una ventana, tirarse y matarse, pero lo vive como un juego. Quizá pensando que es un superhéroe o porque creerá que luego resucitará. Un suicidio es el que comete una persona de forma consciente y sabe que va a dar un paso irreversible. En la unidad del Gregorio Marañón hemos tenido casos muy precoces de 9 a 10 años.

¿A esa edad se puede pensar que ya no existe otra opción?

Un suicidio es siempre un fracaso absoluto. Lo es a cualquier edad. Quien lo comete siente una sensación de desesperanza y es incapaz de encontrar una alternativa. Aunque la inmensa mayoría de los que no lo consiguen, a posteriori se alegran. En el caso de los niños, los intentos de suicidio suelen están relacionados con acoso escolar, traumas, abuso y maltrato.

«La nueva Ley de Salud Mental pretende legislar cómo prescribir fármacos, no habla de enfermedades mentales, sino de trabajadores oprimidos y tristeza. Es un auténtico dislate»

¿En psiquiatría, es más barato medicar que utilizar otro tipo de técnicas?

Se trata de hacer buena medicina basada en la evidencia. Yo sé que no hay ningún fármaco que funcione para los síntomas negativos de la esquizofrenia, o los síntomas nucleares de la anorexia nerviosa. Sé que a un menor con un cuadro depresivo tengo que darle como primera elección psicoterapia y que existen unos indicadores basados en la evidencia que nos indican cuál es la segunda y tercera elección. Existe una propuesta en el Parlamento de Ley de Salud Mental que pretende legislar cómo prescribir los antipsicóticos y a qué población se deben dirigir. Esto es un auténtico dislate. Es cómo si por ley se indicara a un cardiólogo cómo utilizar los antihipertensivos. No se habla de enfermedades mentales, sino de tristeza, de malestares psíquicos y trabajadores oprimidos. Confiamos en que no salga adelante. No tiene sentido, como tampoco lo tendría una ley de oncología o de cardiología.

¿Cuál sería la medida más coste-efectiva en salud mental?

Invertir en prevención, en niños de 5 a 9 años a los que tenemos que enseñar el valor de la empatía, el respeto hacia la diversidad, la tolerancia a la frustración y la gestión de la pérdida. Todo esto nos ayudaría a forjar adultos más fuertes que sean capaces de soportar los embates de una sociedad trufada de minas, de riesgos y malas noticias.

Usted corre maratones, ¿es una buena válvula de escape?

El deporte en general. Evita el deterioro cognitivo y determinadas áreas del cerebro, relacionadas con la memoria, incrementan su volumen. El ejercicio por sí mismo no es una terapia para ningún trastorno mental, pero ayuda preventivamente y después. A mí me desestresa mucho. Cuando corres piensas solo en tu cuerpo, imbuido en ti mismo, como si fuera una técnica de mindfulness.

¿En unos años los psiquiatras se apoyarán en pruebas más objetivas, como análisis bioquímicos y diagnóstico por imagen?

Ya lo estamos haciendo. Somos capaces de detectar modificaciones genéticas en el 40% de los casos de autismo y discapacidad intelectual. Hace 15 años era solo el 1%. Esto es importante porque permite poner nombre a los problemas y hacer consejo genético. Supone un alivio tremendo para las familias que les descarga de culpabilidad. Hemos vivido épocas terribles con movimientos psicoanalíticos que responsabilizaban de los problemas mentales de sus hijos a los padres.

FUENTE: www.abc.es