Cómo detectar a un perverso narcisista

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Se camuflan en la sociedad y la familia como seres normales. Son encanta-dores y deliciosos seductores cuando les interesa. Manejan el verbo a placer y terminan por hacerse irresistibles, magnéticos: imposible romper con ellos. ¡Cuidado! Son altamente peligrosos. Sufren una patología límite encubierta (borderline) que nos puede destrozar la vida de principio a fin porque, cuando nos demos cuenta del hechizo, estaremos fundidos en ellos como la mantequilla en una tostada.

Son ‘Los Perversos Narcisistas’, según el psicoanalista y terapeuta francés Jean-Charles Bouchoux. Los estudió en su diván e impartía un curso sobre ellos en la Universidad de Montpellier cuando lo llamaron para escribir un tratado práctico que se ha convertido en un ‘long-seller’ en Francia -con 250.000 ejemplares- con unas 30 ediciones. Su colega Lidia Cuscó lo ha traducido al castellano para la editorial Arpa.

¿Podría definirlos?
A medio camino entre la psicosis y la neurosis, el narcisista proyecta su locura en el otro -su víctima-, volviéndole loco para salvarse u ocultar su mal.
¿Cuáles son sus artimañas?
Desvalorización, manipulación y necesidad de controlar al otro. Sus mecanismos son esquizofrénicos pero, en lugar de actuar dentro de la persona, lo hacen en la relación, creando una esquizofrenia relacional.
¿Qué le diferencia de un vulgar maltratador?
Es un maltratador que establece o aprovecha lazos naturales con sus víctimas muy difíciles de deshacer: un padre, una madre, una pareja, un jefe…
¿Cómo detectarlos?
El primer síntoma es: esta relación me hace sentir mal, no sé exactamente por qué, pero no la dejo, no huyo, ¿por qué me quedo? Cuando una relación resulta tóxica, la dejamos. En ésta, persistimos, porque el perverso narcisista contagia a su víctima la angustia del abandono.
¿Cómo escapar de ellos?
Hay que escapar cortando toda la comunicación. El problema es que, a veces, utiliza un vínculo ineludible, como el de un padre hacia un hijo pequeño o un jefe hacia su subordinado.
¿Es posible huir sin sufrir?
No, nunca.
¿Y curarse?
Sí, fácilmente. La dificultad está en salir de la relación pero, una vez logrado, desaparecen los síntomas que ha creado en la víctima. Es recomendable someterse a terapia para averiguar por qué se ha sucumbido y evitar repetir.
¿Sirven para reparar la ‘falla narcisista’ por la que el perverso penetra en su víctima?
Sí, inconscientemente, el perverso tiene un mal concepto de sí mismo y necesita a una víctima para limpiar su imagen. Se colará en ella a través de sus debilidades. Es la identificación proyectiva: atribuye a otro lo que no quiere ver de sí mismo; el otro lo permite, a través de la identificación introyectiva, de la que tiene que deshacerse cuando rompe. La naturaleza de esta relación es esquizofrénica: el doctor Jekyll genera una fusión con su víctima, mr. Hyde.
¿Todos los perversos narcisistas han sido niños maltratados o abandonados?
Sí, pero hay que comprender el término maltrato en relación a la educación: si a un niño no le pones límites, también lo es.
¿De ahí que conserven una estructura mental infantil?
Sí, he tenido casos muy graves de adultos dependientes y de niños omnipotentes que ni siquiera reconocen la figura paterna de la autoridad. Los perversos narcisistas no le deben nada a nadie, todo se lo deben a ellos. Han nacido para ser servidos. Culpan a los demás de todo. Los narcisistas patológicos no son capaces ni de imaginar que para vivir tienen que trabajar.
En este país se registran miles de casos de maltrato de hijos a padres. ¿Existen también hijos perversos?
La responsabilidad es siempre de los padres. Es una cuestión de educación.
¿Pero no es una patología?
Esos niños probablemente padezcan una psicosis.
Leyendo el libro, uno no puede evitar ver perversos narcisos por todas partes, e incluso sentirse un poco de esa manera. ¿Usted no ha vivido alguna situación de este tipo?
No, pero tengo muchos pacientes víctimas de la perversión narcisista, sobre todo tras la publicación de mi libro.
¿Es posible curar a un perverso narcisista?
No, porque jamás lo pedirá. Su meta es enmascarar su locura en otros. La suerte para la víctima es que, en tres meses, puede liberarse del germen.
¿No reinciden las víctimas?
Sí, porque en esa fusión esquizofrénica que se produce, el perverso proyecta en ella una imagen ideal de sí misma y, cuando se va, la pierde. Esto provoca deseos de reengancharse pero, como el perverso sólo la abandonará cuando encuentre un reemplazo, pueden volver a caer.
¿No hay medio legal de someter al perverso a una cura, igual que con los maltratadores?
Una imposición terapéutica no funciona si falta el medicamento base: el deseo de curarse. La ley no contempla la perversión narcisista, a no ser que el perverso cometa un delito, que sucede en apenas un 10% de los casos. Si le dices a un juez que tu pareja te ha hablado mal o te manipula pero no demuestras que te ha golpeado, no te servirá de nada. En cambio, sí que he visto a víctimas condenadas por perjurio tras haber presentado una denuncia de maltrato, porque el perverso es capaz de disfrazar la realidad y convencer a cualquier juez.

FUENTE: www.elmundo.es