El suicidio no es la solución

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Una de las terapias de grupo que se llevan a cabo en la Asociación de Bipolares de Andalucía Oriental.

En España, el suicidio sigue siendo la causa no natural de muerte más numerosa, doblando, por ejemplo, a los accidentes de tráfico

«El suicidio es un problema de salud mental, oculto en muchos entornos ciudadanos y en los medios de comunicación. Es necesario romper el silencio para que deje de ser un tema tabú. Hay que hablar del suicidio para poder tratarlo como lo que es, un problema de salud pública».

Esta reflexión, a modo de tuit, fue escrita por el actual ministro de Sanidad de nuestro país, Salvador Illa, con motivo de la celebración el pasado jueves 10 de septiembre, del Día Mundial de la Prevención del Suicidio.

Según datos del Servicio Andaluz de Salud (SAS), el suicidio sigue siendo la principal causa de muerte no natural en España, produciendo el doble de muertes que los accidentes de tráfico, 13 veces más que los homicidios y 69 veces más que la violencia de género, siendo también, después de los tumores, la principal causa de muerte en la juventud española (15 a 29 años). En 2018, fallecieron por suicidio 3.539 personas en España, 10 personas al día; el 74 por ciento varones (2.619) y un 26 por ciento mujeres (920).

Andalucía se encuentra en el octavo lugar en relación a su población con un total de 653 suicidios, 505 de ellos varones y 148 son mujeres, lo que supone una ligera disminución (39 muertes menos) en comparación al año anterior. La tasa por 100.000 habitantes en Andalucía es de 7,69 frente a 7,25 de la media estatal.

Uno de los colectivos que más sufre los duros rigores del suicidio y que más acciones lleva a cabo para prevenirlo son los enfermos diagnosticados con trastorno bipolar. Los datos arrojan un dato muy esclarecedor: este colectivo tiene la mayor tasa, tanto de suicidios consumados como de gestos autolíticos, intentos de suicidio, un 20%, es decir, uno de cada cinco diagnosticados de trastorno bipolar ha intentado suicidarse alguna vez durante su vida. Hay estudios científicos que adjudican un valor 30 veces superior a esta incidencia en comparación con lo observado en la población general.

«Los bipolares pueden llevar prácticamente una vida normal -indica Myriam García Vera, presidenta de la Asociación de Bipolares de Andalucía Oriental (BAO)- la clave está en que el paciente acepte su enfermedad, se medique acertadamente, no tome drogas y lleve una vida ordenada con horarios y rutinas; solo de este modo evitaremos brotes que nos pueden acercar a conductas que nos acerquen al suicidio», añade.

Los datos indican que la incidencia de esta enfermedad en Málaga puede rondar entre el 2 y el 4% de la población, lo que supone aproximadamente unas 50.000 personas. En esta cifra se incluyen los oficialmente diagnosticados y los pacientes que la sufren pero no han recibido tratamiento médico alguno, uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los bipolares: su dificultad para ser diagnosticada.

Otro problema con el que se suelen encontrar estos pacientes es que con relativa frecuencia pueden asociar otros trastornos psiquiátricos, como los de personalidad o los trastornos por uso de sustancias, existiendo en estos casos un peor pronóstico del mal, y en particular en el caso de los episodios depresivos se incrementa de forma muy significativa el riesgo de suicidio, ya de por sí elevado respecto a la población general en este tipo de pacientes.

«La detección precoz- comenta Myriam García Vera- ayuda enormemente a disipar las nieblas autodestructivas del bipolar. Muchas veces se enmascara en otro tipo de desórdenes mentales. Ha habido casos en los que se han tardado hasta diez años en acertar con su diagnóstico».

«Al no disponer de ninguna prueba objetiva ni de laboratorio, ni radiológica, etc. la única manera de detectarla es a través de la entrevista clínica», finaliza García Vera.

Diagnóstico precoz para recuperar al enfermo bipolar

El trastorno bipolar es una enfermedad psiquiátrica que se caracteriza por oscilaciones bruscas en el estado de ánimo, con periodos de depresión que se alternan con otros de euforia y activación nerviosa.Tiene una prevalencia de entre el 4-6% de la población. Es una enfermedad orgánica, en general tiene componente bio-psico-social , por eso hay que abordarla desde estos mismos niveles, para que su pronóstico y evolución sea mejor. Los primeros síntomas suelen aparecer cuando llega la juventud (18-25 años) y afecta indistintamente a mujeres y hombres, «aunque si echamos la vista atrás en la historia vital del enfermo bipolar, en muchos casos, en la adolescencia, se empiezan ya a advertir los llamados síntomas iniciales: verborrea, falta de sueño, ausencia de apetito, promiscuidad, desinhibición, etc.»,señala la presidenta de BAO. Es axial en la mejora de estos pacientes el acompañamiento de la familia durante las consultas médicas: «Una de las labores más importantes que desarrollamos en BAO es acudir con al enfermoen sus encuentros con el médico – comenta García Vera – en muchos de los casos que tratamos en la asociación, el enfermo ha sufrido el abandono de su entorno más cercano, familia, pareja, hijos, etc. por lo difícil que es, en la mayoría de casos, convivir con un bipolar, muchas veces condenado al desarraigo», añade. Una de las reivindicaciones de la Asociación de Bipolares de Andalucía Oriental (BAO) en el Día de la Prevención del Suicidio, que tanto afecta a sus socios, es el incremento de profesionales en la sanidad pública (sobre todo psicólogos y psiquiátras) para que pueda haber más consultas en hospitales y centros de salud de Málaga y provincia. «Este aspecto es importantísimo para controlar la enfermedad – indica su presidenta- hay mucha gente que no se puede pagar una consulta privada y eso incide en el diagnóstico del mal, aspecto este muy importante para el bipolar».

FUENTE: www.laopiniondemalaga.es