La falta de psicólogos en el SAS retrasa la atención de los enfermos con trastorno bipolar

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La falta de psicólogos en el SAS retrasa la atención de los enfermos con trastorno bipolar

«El problema de la sanidad pública es que las consultas son muy cortas y la lista de pacientes es muy larga», dice Myriam García Vera

Entre el dos y el cuatro por ciento de la población sufre trastorno bipolar, una enfermedad psíquica que se caracteriza por etapas de euforia (manías) y otras de depresión. Uno de los principales problemas que sufren los pacientes es la escasez de psicólogos que hay en la sanidad pública andaluza, lo que retrasa la atención. La presidenta de la Asociación de Bipolares de Andalucía Oriental, Myriam García Vera, reclama un aumento en la plantilla de psicólogos del SAS para poder ofrecer una mejor asistencia a los enfermos. Hoy se celebra el Día Mundial del Trastorno Bipolar.

La falta de psicólogos para atender a los pacientes con trastorno bipolar se ha acentuado con la pandemia por la falta de consultas presenciales. A ello se une que «hay psiquiatras que no derivan a los enfermos a los psicólogos, porque tienen la idea preconcebida de que no hace falta, cuando nosotros consideramos que el tratamiento psicoterapéutico es muy aconsejable», indicó Myriam García. Y puso de relieve que muchas personas no se pueden permitir pagarse consultas psicológicas privadas. Además, «los psicólogos de la sanidad pública están desbordados, lo que aumenta las demoras en la asistencia», afirmó.

La prevalencia de esta enfermedad en la población española oscila entre el dos y el cuatro por ciento

La presidenta de la Asociación de Bipolares de Andalucía Oriental reconoció que los profesionales de la sanidad pública hacen lo que pueden con lo que hay. «El problema es que las consultas son muy cortas y la lista de pacientes es muy larga. La queja constante de los enfermos es que los psiquiatras no tienen tiempo para mirarlos a la cara y lo que hacen es recetarles. Esta es una realidad de los especialistas de la sanidad pública: son buenos, pero no son magos», señaló García Vera. «Si en una mañana un psiquiatra tiene que ver a 40 pacientes, casi no puede mirarlos», se lamentó.

En el espectro del trastorno bipolar está la ciclotimia (síntomas leves, no hay una manía clara ni hay grandes depresiones), el trastorno bipolar tipo uno (los enfermos tienen mucha tendencia a la manía y poca la depresión) y el tipo dos (hay tanto hipomanías y como depresiones, pero no sufren delirios ni manías floridas).En cuanto al estigma social que sufren estos enfermos, la situación sigue sin mejorar. «La ayuda que nos prestan los medios de comunicación es nuestra mejor baza, porque sirve para difundir y normalizar una enfermedad que es como otra cualquiera. Nadie la tiene por gusto», recalcó Myriam García Vera. A ese respecto, hizo hincapié en que una persona bien tratada farmacológica y psicológicamente, que recibe apoyo social, puede llevar una vida normalizada.

Las familias sufren también los daños colaterales de las etapas de euforia y depresión de los pacientes

Las familias de los pacientes también sufren los efectos del trastorno bipolar en forma de daños colaterales que les afectan en su existencia diaria. «Nosotros trabajamos multidisciplinarmente con los pacientes y con sus familiares para dar apoyo e información para lograr una mejora de la vida en común.Esto repercute en la pareja, los hijos y en todo el entorno inmediato. Por eso es tan importante que la familia esté igual de informada y psicoeducada que el enfermo», significó García Vera, quien dijo que, desde la llegada la pandemia, la Asociación de Bipolares de Andalucía Oriental ha dejado de hacer las actividades presenciales y todo se ha abordado de forma telemática o telefónica para ofrecer ayuda a los pacientes.

Fdo. Ángel Escalera

FUENTE: www.diariosur.es