El director médico del Centro Asistencial San Juan de Dios insiste en la necesidad de seguir visibilizando y concienciando los problemas de salud mental, pues recuerda que estos trastornos son más frecuentes de lo que se piensa, ya que afectan a 1 de 4 cuatro personas
El centro asistencial San Juan de Dios lleva más de cien años cuidando de la salud mental de Málaga, especialmente de los trastornos más graves que, según el psiquiatra Diego Arenas, director médico del centro, aún tienen que luchar contra un estigma «muy elevado».
¿Ha habido un aumento de los trastornos mentales?
Ha habido un aumento grande de los trastornos mentales en los últimos años. La verdad es que yo creo que a nivel de todas las capas de población, sobre todo, en la adolescencia y juventud. ¿Y este aumento por qué ha sido? Yo creo que ya se venía viendo una tendencia hacia el aumento de los trastornos mentales y quizás la pandemia, que ha cambiado un poco nuestras vidas, nos ha hecho sentirnos un poquito más solos, más desvalidos y, de alguna manera, ha actuado como catalizador. También creo que otra cosa que está sucediendo es que la sociedad está cambiando de una forma muy rápida y mi impresión personal es que al ser humano le está costando coger el ritmo de cambio social y eso nos acaba generando muchas incertidumbres y, seguramente, también unos niveles de ansiedad alto.
La sociedad está cambiando de una forma muy rápida y al ser humano le está costando coger el ritmo
¿Se refiere a que el estrés y nuestro estilo de vida está afectando a nuestra salud mental?
Yo creo que sí. Mi impresión es que al final las generaciones anteriores vivían con un tipo de sociedad más estable. Y esta es una sociedad mucho más cambiante, donde día a día nos enfrentamos a situaciones nuevas y eso de alguna manera también nos va generando una cierta situación de estrés, independientemente de las circunstancias de la vida cotidiana, que para unos pueden ser mejores y para otros peores.
¿Cuáles son los trastornos de salud mental más predominantes?
En general, la mayoría de las personas cuando se sienten mal o las circunstancias son adversas reaccionan más desde una sintomatología, podríamos decir, más ansiosa o depresiva. Yo creo que de esto sí que ha habido un aumento en cuadros de ansiedad y cuadros depresivos que es bastante constatable si analizamos las cifras epidemiológicas de consultas. Luego también otro tipo de trastorno que estamos viendo cada vez más son los que tienen que ver con lo que denominamos trastornos de inestabilidad emocional de la personalidad. Es decir, que en población un poco juvenil, ya no tan joven, sí observamos que hay personas con mucha más dificultad de tolerar un poco la frustración, los cambios, con más inestabilidad anímica. Y luego, a nivel de población infantojuvenil, habría un aumento de trastornos de conducta. Y también, posiblemente, patología de trastornos de deficiencia de atención.
Ha habido un aumento en cuadros de ansiedad y cuadros depresivos
¿Y en el caso de los jóvenes a qué se debe este aumento de los problemas de salud mental?
Yo creo que eso es una tendencia que se veía ya venir desde antes. En cierta medida, creo que lo que es la infancia se está quedando mucho más reducida y se está adelantando lo que podríamos llamar la preadolescencia y adolescencia, que son épocas de mucho cambio. Y mi impresión es que, en general, pilla con el paso un poco cambiado a muchos de los chicos. Y esto hace que, al final, sufran en ese cambio porque todavía los mecanismos de compensación y de resiliencia para afrontar las dificultades no están sólidos. Y bueno, esto se traduce al final en síntomas que normalmente tienen que ver más con la ansiedad, la incertidumbre, la angustia, la irritabilidad, que acaba generando también manifestaciones conductuales.
Además de la ansiedad y depresión, ¿existen otros trastornos más graves o crónicos como los que se tratan en San Juan de Dios, no?
Sí, exactamente. La mayoría de las personas que tienen problemas de salud mental normalmente están más en la esfera ansiosa o depresiva. Pero junto a eso hay trastornos mentales más graves que al final requieren también asistencia. Y para los que el tipo de terapia tiene que ser más enfocada a una integración biopsicosocial, donde, de alguna manera, no solo tratemos farmacológicamente este tipo de cuadros, sino también con técnicas psicológicas y técnicas más sociales, conociendo la autonomía de estos usuarios. En nuestro centro, que está bastante enfocado al tratamiento del trastorno mental grave, tratamos de trabajar todos estos aspectos para evitar un poco que pierdan el contacto con la comunidad.
Y dentro de estas patologías más graves, ¿cuáles son los trastornos más frecuentes?
Dentro de estas patologías más graves fundamentalmente tendríamos el ámbito de la psicosis, lo que conocemos como esquizofrenia o trastornos delirantes, que hay un porcentaje importante de ellos. Y luego también en algunos casos trastornos bipolares que han evolucionado de una manera muy tórpida.
¿Cómo es la vida de los pacientes que sufren este tipo de trastorno mental?
La verdad es que la vida es compleja para ellos. Nosotros vemos como una parte de la sintomatología, que es la que la sociedad identifica más, que es todas aquellas situaciones en las que la persona presenta delirios, alucinaciones, en los que se sale de la realidad. Pero, normalmente, la mayoría de estos cuadros van acompañados también de unas dificultades en los aspectos relacionales. Son personas que tienden a estar más replegadas en sí, en su mundo interior, y con más dificultad de contacto con otras personas. Y también en aspectos cognitivos. Les cuesta bastante fijar la atención y eso les genera dificultades importantes en su día a día. Es verdad que no todos estos cuadros evolucionan mal. Siempre hablamos de que un tercio evoluciona más o menos aceptablemente, otro tercio se mantiene bien con descompensaciones periódicas y un tercio sí evoluciona mal. Y este tipo de síntomas de dificultades sociales y cognitivas, se va acrecentando y les dificulta bastante su integración social.
Aún queda mucho por hacer por la integración de las personas con trastorno mental
En su opinión, ¿cómo ha evolucionado la percepción de la salud mental en la sociedad en los últimos años?
Yo creo que la sociedad es más consciente de que los problemas mentales existen. No sé si es más tolerante o no, por lo menos tiene más conocimiento de lo que es la enfermedad mental y eso es el primer paso hacia la tolerancia con las personas que padecen este tipo de problemas. Nosotros decimos, y las estadísticas así lo demuestran, que una de cada cuatro personas puede tener un problema de salud mental, por lo que estamos hablando de algo muy frecuente. Y yo sí creo que están empezando a ponerse los primeros escalones para que, de alguna manera, sea más real la integración de las personas que tienen dificultad en salud mental. Lo estamos viendo en el acceso a consulta, hoy en día es mucho más sencillo que una persona con problemática de salud mental tenga menos reparo en consultar con algún profesional, pero aún queda mucho por hacer por la integración social y personal de estas personas, sobre todo, con las que padecen un trastorno mental grave.
¿Considera entonces que todavía no se ha logrado acabar con el estigma que acompaña a la salud mental?
Todavía queda mucho. Nosotros tenemos un programa de pisos en comunidad y muchas veces al principio cuesta conseguir una vivienda cuando los vecinos se enteran de que pueden ser personas que tienen algún tipo de padecimiento a nivel mental. Es verdad que luego con el tiempo se integran bien, pero hay dificultades en muchos sentidos todavía bastante importantes.
¿Cuáles cree que son los estereotipos que más prevalecen?
Creo que seguimos conservando la impresión un poco de miedo y de temor por esta población. Sigue habiendo una imagen de estas personas como muy violentas, muy impredecibles, no capaces. Y a veces lo comento con algunas personas que han recibido el alta y no saben cómo les van a aceptar los compañeros, que seguramente se habrán enterado de que están ingresados. Hay una parte también que tiene que ver con la autoestima que no tienen los propios usuarios y eso hay que trabajarlo, porque, muchas veces, si tú te incorporas y vuelves a tus rutinas, el resto de la gente se tranquiliza. Pero es verdad que, en general, como seres humanos, lo que es un poco diferente o extraño nos provoca al principio un poco de recelo y temor. Y es lo que tenemos que comprender, que hay personas que tienen una forma de ser en la que están en una situación más replegados en sí, pero que luego pueden ser perfectamente válidos para realizar tareas, hacer la vida cotidiana y tomarte un café con ellos.
¿Cómo abordan desde el centro San Juan de Dios el tratamiento de estas enfermedades mentales más graves?
Yo te diría que lo primero es tratar a la persona en su globalidad. Es decir, es verdad que, como médicos, debemos hacer un diagnóstico y una buena evaluación de la situación. Pero trabajamos de una forma interdisciplinar. Normalmente, a la persona que llega se le asigna un psiquiatra, un médico general para poder mejorar la parte somática, y un psicólogo. Y se le establece un plan terapéutico en el que se aborden todas las situaciones de déficit que puede estar teniendo. O sea, se le evalúa cognitivamente, en el aspecto relacional, psicopatológico… y se trata de coordinar las actividades que se realizan con el fin de que la persona vaya mejorando un poco su vida en las diferentes áreas. Siempre teniendo una visión bastante humanizadora, es decir, tratando un poco de rescatar un cierto proyecto de vida por parte de esta persona para que no se quede situado en el rol del enfermo para toda su vida.
¿Y cómo ha cambiado el tratamiento de estas enfermedades?
En el centro, y en general en toda la sociedad, hemos ido pasando de un tratamiento más basado en un diagnóstico y un tratamiento farmacológico, a ir viendo diferentes aspectos, es decir, hacer una evaluación más completa de la persona. No centrarnos tanto en lo que podríamos llamar la psicopatología o sintomatología, que es más evidente y que también es importante tratar, pero hacer un abordaje más integral de la persona. Y no olvidar los aspectos humanizadores y relacionales, porque, como ya he comentado antes, las personas con un trastorno mental grave tienden a quedarse muy aisladas y eso les acaba generando una situación de escaso apoyo social. Entonces, ahí es muy importante rescatar aquellas relaciones familiares o personales que todavía tienen, para que las vayan trabajando poco a poco. Y, al mismo tiempo, también ofertándoles un espacio donde se puedan sentir acogidos y puedan restablecer ciertas relaciones sociales y personales.
¿Qué podemos hacer como sociedad para intentar reducir ese aislamiento que menciona?
Yo creo que sería interesante el que pudiéramos tener experiencias personales. Primero, como sociedad, informándonos más y en muchas ocasiones teniendo experiencias personales de contacto con personas que tengan este tipo de problemáticas. Porque, como te he comentado, el estigma todavía es muy elevado en la sociedad y creo que al final eso cambia o cede cuando tú te acercas a ellos desde algún tipo de experiencia personal. Yo invitaría en muchas ocasiones a diferentes personas a practicar un poquito de voluntariado porque se llevarían grandes sorpresas. En general, las personas con problemas de salud mental graves son personas que, por un lado, tienen una gran sensibilidad y que muchas veces nos dan muchas sorpresas en los temas vitales.
¿Qué valoración hace de la atención a los trastornos mentales más severos en España?
Todavía tenemos que cambiar mucho y tenemos que integrar muchos de estos tratamientos en la sociedad. Otro tema bastante importante es todo el tema de empleo y oportunidades, ahí queda mucho camino a recorrer porque tenemos un porcentaje muy muy bajo de esta población accediendo a actividades laborales o prelaborales. Y luego también escuchar mucho más su voz, su necesidad y sus derechos. Estamos ahora en un momento donde los profesionales, y yo creo que la sociedad, nos está reclamando el ser mucho más sensibles con la voz y los derechos de estos usuarios.