Las principales patologías que tratan los médicos en prisión son enfermedad mental, hepatitis C y sida

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img_resizeAtender enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión, como cualquier médico de familia. Pero también ofrecer atención psiquiátrica o asistencia a determinadas infecciones. No, no se trata de una nueva modalidad sanitaria, sino del perfil general de los profesionales del ramo que trabajan dentro de prisión.

La sanidad penitenciaria es una gran desconocida. Su evolución ha sido paralela, cronológicamente, a la reforma de la atención en centros de salud, pero a pesar de ello aún permanece aislada del resto de la sanidad pública y tiene unas características especiales, por ejemplo en cuanto a la prevalencia de enfermedades que se tratan.

LA ENFERMEDAD MENTAL ALCANZA UN 40% DE PREVALENCIA EN PRISIÓN

Las patologías crónicas, como las enfermedades comunes, la diabetes, el tabaquismo o la hipertensión, se tratan de la misma forma que en un centro de salud, pero aquí tienen una mayor carga asistencial, según explica el presidente de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP), José Tomás Quiñonero. Y luego están las dolencias que constituyen el podio de las más habituales entre rejas.

La enfermedad mental es la más habitual, alcanzando un 40 por ciento de prevalencia, con patologías como la psicosis o trastornos de la personalidad. Y supone un problema externo añadido: “Hay dos psiquiátricos penitenciarios, pero muchas de las personas que podrían estar en ellos siguen con nosotros por falta de capacidad. Esto supone que el volumen de casos que se tratan a diario es muy alto”, expone Quiñonero. Además, a esto se suma que “en muchos casos este tipo de trastornos se unen al consumo de sustancias tóxicas y drogodependencia”, empeorando la patología.

Las siguientes enfermedades que más frecuentemente se dan en este entorno son infecciosas, concretamente la hepatitis C, con un 20 por ciento, y el sida, con algo más del seis por ciento. Se trata de patologías que merecen una especial atención, dice el experto, y que obligan a una formación específica y un continuo reciclaje.

Por lo que respecta a la atención especializada, indica el presidente de SESP que “cuando nuestro trabajo ha llegado a un punto en el que no podemos hacer nada más se pide cita al centro hospitalario de referencia”, un proceso que se desarrolla “igual que en la calle, con la misma demora que a cualquier otra persona”.

Finalmente, José Tomás Quiñonero hace referencia a posibles aspectos conflictivos, como la búsqueda de beneficios no médicos, la prescripción de psicofármacos o las autolesiones. Asegura que este problema “es mucho menor que hace algunos años”, pues se ha creado un programa de vigilancia médica por el que “tenemos un registro de los casos de intoxicaciones y estamos especialmente pendiente de ellos, controlándoles de forma más estricta”.

FUENTE: estusanidad.com