«Todos y cada uno de nosotros podemos evitar un suicidio, está demostrado»

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Sin embargo, sí que ciertas conductas pueden ayudarnos a identificar que algo no va bien y actuar en consecuencia. El psicólogo Miguel Guerrero es claro, defiende que está «empíricamente demostrado» que «todos nosotros podemos evitar un suicidio». Explica que son varias las señales que en ocasiones lanzan las personas que están pensando en matarse. La más obvia es también la más común.

Y quizá sea eso lo que nos impida darle validez a unas palabras que no queremos aceptar. «Aunque la gente no lo crea, es frecuente que estas personas nos avisen antes abiertamente», lo que para este experto es una forma de pedir ayuda. «Y lo que nos sale, porque no sabemos cómo actuar frente a la muerte, es no dar crédito a lo que oímos. Tendemos a decir: ‘anda ya, no digas tonterías’. Pero lo que tenemos que hacer es tomarnos muy en serio lo que dice y ayudar a esa persona a llamar urgentemente a atención primaria», apunta este profesional, que enumera otras señales, estas más sutiles.

«Hablar de señales de alerta es un arma de doble filo, porque las familias pueden sentir que no han hecho lo suficiente. Cuando a veces es imposible evitarlos»

Guerrero cuenta que estas personas también se inclinan por mostrar una mayor expresión del sufrimiento, que puede manifestarse en un cambio claro en la conducta cotidiana. No dormir o tomar o incrementar el consumo de drogas y alcohol también es otro indicio que puede darnos alguna pista. Los llamados actos preparatorios también son frecuentes. «En algunos casos, las personas que lo tienen decidido se van despidiendo poco a poco en vida», señala el psicólogo clínico, que cita comportamientos que a priori pueden parecer raros como cerrar las redes sociales o ser más desprendidos de lo que es habitual. Regalar objetos con valor sentimental o entregar la mascota, entre otras cosas, pueden llegar a ser avisos de una despedida; que son formas de llamar la atención como puede ser también la intención de rellenar un testamento.

Los supervivientes

Pero Guerrero quiere dejar claro que hablar de las señales de alerta siempre supone un arma de doble filo. Explica que puede ser contraproducente para algunas familias que han perdido a un ser querido, pues pueden llegar a hacerles pensar que podrían haberlo evitado cuando a veces, simplemente, es imposible hacerlo. En esta historia se llama supervivientes precisamente a los que se quedan, a las familias y seres queridos del suicida y no a quienes han intentado quitarse la vida y al final no lo han logrado.

Pilar Munera es doctora en Psicología y especialista en Psicología Clínica en el SAS. Señala que se llama así al grupo de personas más cercano. Son ellos los que sufren un grado de afectación más elevada. «Hablamos de la familia, los amigos o los profesionales que lo atendieron. Son personas tremendamente afectadas que requieren toda la atención posible tanto de la sociedad como del sistema sanitario», señala esta mujer, que dedicó su tesis al duelo por el suicidio.

Cuenta que cada persona que se quita la vida deja tras de sí a entre siete y diez supervivientes, que pasan automáticamente a convertirse en personas de riesgo alto de suicidio. Teniendo en cuenta que en España se quitan la vida al año alrededor de 3.500 personas, solo hace falta un cálculo rápido para ver la magnitud del problema.

Según Munera, estas personas arrastran sentimientos muy contradictorios como la culpa y la vergüenza. Y en parte es así por una sociedad que busca culpables y que reprocha, por ejemplo a la familia, que no supiera ver a tiempo las señales que pudiera dar su ser querido antes de quitarse la vida. «No existe una respuesta social empática ante el suicidio, que es un tipo de muerte que no se acepta con normalidad», señala esta profesional, que cree que esto se debe sobre todo a la «intencionalidad» del que consuma el acto.

«Esa voluntariedad no llega a ser encajada. Nadie asume que alguien pueda matarse, por lo que se especula con los motivos, lo que activa la culpa de los supervivientes», señala esta mujer, que cree que es un hecho cultural que, poco a poco, podría ir reduciéndose a base de quitar el tabú.

FUENTE: www.ideal.es