«Una señal infalible de tener una mente desordenada es no poder parar de pensar»

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La psicoterapeuta María Ibáñez y el psicólogo Jesús Jiménez explican en su libro ‘Ordena tu mente para ordenar tu vida’ cómo funciona el pensamiento y cuáles son los hábitos perjudiciales que evitan el buen discurrir de la mente

El desorden mental parece ser hoy el estado habitual de los seres humanos de forma más o menos leve. Esto se puede comprobar observando la dificultad para distraerse o para estar sin hacer nada y no pensar o incluso para pasar un rato con la mente en silencio, según explican la psicoterapeuta María Ibáñez y el psicólogo Jesús Jiménez. Además una gran parte de lo que pensamos está fuera de control pues no paramos de tener pensamientos distractores y/o repetitivos a lo largo del día.

Lo ideal sería pensar correctamente, de forma realmente inteligente, pero lo cierto es que, tal como aclaran ambos expertos en su obra ‘ Ordena la mente para ordenar tu vida’ (La esfera de los libros) eso no es algo que se pueda decidir ni tampoco es algo sobre lo que uno se pueda autoconvencer.

Antes debe comprenderse cómo funciona el pensamiento y cuáles son las causas de ese desorden mental, pues solo así podremos corregirlo. Aprendemos con Ibáñez y Jiménez las claves para lograrlo.

¿Cuáles son las señales que indican que no tenemos una mente ordenada?

Además de los trastornos psicológicos, que serían ya desordenes más graves, hay síntomas que lo indican como la confusión mental, la indecisión constante, el hecho de creer una cosa y la contraria al mismo tiempo o pensar una cosa pero sentir otra… Una señal infalible es no poder parar de pensar o no lograr estar sin hacer nada, absolutamente nada, sin sentirse mal. Todo esto le ocurre a la inmensa mayoría de las personas. Y la solución no es gestionar las emociones o poner la mente en blanco, sino resolver los conflictos psicológicos que producen ese malestar.

¿Cómo funciona el pensamiento y cómo podemos entender, analizar y revisar las causas que producen ese desorden del pensar?

Es clave entender que una parte del pensamiento es voluntaria y otra parte se ha vuelto involuntaria, y esta parte involuntaria surge de los conflictos psicológicos sin resolver. Estos conflictos no resueltos agitan el pensar y las emociones negativas y ambos se retroalimentan. Del intento de huir de todo ello surgen los hábitos mentales perjudiciales, como fantasear o autoengañarse, los sesgos cognitivos, las ideas erróneas como intentar ser fuerte, en lugar de resolver la inseguridad… y todo ello a su vez aumenta el desorden y el sufrimiento.

La forma de entender las causas que producen el desorden del pensar es aprendiendo a hacerlo. Y para aprender hay que prestar atención a lo que ocurre, no escapar de ello, sino explorar y darse cuenta en primera persona. No sirven de nada el empeño en seguir una técnica, hay que descubrir a través de la curiosidad, la atención y el razonamiento. Para facilitar este aprendizaje es por lo que escribimos nuestros libros.

¿Qué significa realmente ordenar la mente y qué es lo primero que tenemos que hacer para iniciarnos en esta labor?

Ordenar la mente implica desterrar los errores de razonamiento, la ignorancia a la hora de reflexionar y comprender. Para ello, lo primero sería darse cuenta de lo ineficaz de la mayoría de los consejos sobre este asunto. Consejos como «mantén la concentración» a alguien que no se puede concentrar es absurdo, si pudiera ya lo habría hecho. Lo mismo valdría para «siéntete libre», «no te alarmes», «gestiona las emociones», «sé abierto, resiliente, decidido…», «no temas el cambio», «sé fuerte», «acepta la incertidumbre»… Hay que comprender que son consejos superficiales y poco útiles, pues hacer todo esto no depende realmente de una decisión voluntaria y ya está. Si fuera tan sencillo podríamos decir «sé feliz y no sufras» y nos ahorraríamos todo lo demás.

Si alguien quiere sentirse libre debe aprender a resolver lo que le oprime. Para no alarmarse con los cambios hay que aprender a resolver el temor a lo desconocido. Si alguien quiere dejar de distraerse o aburrirse debe entender por qué le ocurre esto, debe entenderlo, no darle una explicación, y así sucesivamente.

¿Existen formas de pensar inteligentes y menos inteligentes? ¿Por qué y cómo nos influyen y afectan cada una de ellas?

La causa de pensar con mayor o menor inteligencia depende de la sabiduría de cada persona, del interés por comprender. Si se dedica atención a aprender se puede aumentar esta sabiduría, que no es memorizar ni saberse teorías, sino tener interés por darse cuenta de los errores que se cometen a la hora de reflexionar y que impiden ver la realidad tal y como es. A mayor comprensión de la realidad, externa e interna, mayor capacidad para pensar con inteligencia.

Las ventajas de pensar con inteligencia, o las desventajas de no hacerlo, son innumerables. Cuanto mayor sea la inteligencia en el pensar, menos errores de interpretación, mejores decisiones se van a tomar, mayor calma mental, mejor se van a afrontar los conflictos… con todas las consecuencias positivas lógicas que esto tiene respecto a sentir bienestar, alegría, serenidad, consecución de proyectos, larmonía en las relaciones personales, satisfacción con uno mismo, compasión, buenos sentimientos, capacidad de colaborar… En definitiva, innumerables beneficios.

¿Es el desorden en la mente lo que puede mantenernos bloqueados en determinadas situaciones sin poder avanzar? ¿Cómo podemos identificar la causa de ese bloqueo?

Desde luego tanto los bloqueos puntuales como el estancamiento ante diferentes situaciones, surgen de conflictos que impiden la claridad mental. Las causas de ese bloqueo pueden ser variadas, según las diferentes circunstancias, para identificarlas no se debe luchar contra ese bloqueo, sino prestar atención a lo que se piensa, reflexionar con lógica (no solo pensar discursivamente) y prestar atención a lo que se siente afrontando adecuadamente las emociones. Pues las emociones reprimidas, o no resueltas, agitan, alteran y distorsionan el pensamiento y la capacidad de razonamiento. Causas muy habituales del bloqueo es el miedo a tener conflictos con otras personas, el temor a afrontar determinadas situaciones, el miedo a mostrarse y romper la propia imagen ante los demás o la inseguridad en uno mismo a la hora de dar una respuesta.

«Una de las causas de la depresión es el odio hacia uno mismo o hacia otros»

¿Qué formas erróneas de pensar deberíamos desterrar y cómo podemos hacerlo?

Lamentablemente son numerosas. En ‘Ordena tu mente para ordenar tu vida’ explicamos las más comunes. Por ejemplo la autocensura y el juicio sobre uno mismo, el auto castigo, que es muy perjudicial y no ayuda en nada. Para resolverlo no se debe hacer lo contrario y pensar en positivo, eso confunde aún más la mente. Se tratar de comprender la idea errónea que lo sustenta, que suele ser inconsciente, y que es creer que criticándose se va a mejorar de alguna manera, cuando en realidad la autocensura aumenta la inseguridad, el miedo a tomar decisiones, aumenta la irritabilidad… y es un obstáculo para aprender de verdad y mejorar.

Otros errores cognitivos perjudiciales son los prejuicios, fantasear, creando realidades paralelas que producen emociones ficticias; la critica mental hacia los demás, desear el mal a otros, el auto engaño, auto convencerse en lugar de comprender… todos ellos son hábitos que no hay que tratar de reprimir, ni controlar ni gestionar, sino comprender sus causas y aprender a resolverlos. Esta manera de proceder aumentará la inteligencia y la confianza en uno mismo.

¿Podemos evitar sufrir con pensamientos que nos resultan dolorosos?

Los pensamientos dolorosos lo son porque evocan emociones desagradables y estados mentales de sufrimiento, y corresponden a conflictos reprimidos. Estos conflictos pueden requerir una acción externa, como poner límites a un compañero de trabajo, o pueden ser puramente psicológicos, como la muerte de un ser querido que no se sabe cómo asumir; o pensamientos de culpa, de odio… En cualquier caso, lo primero que se debe hacer es explorar las emociones que producen esos pensamientos cuando surgen, sentirlas en el cuerpo, explorarlas con interés, sin reprimirlas ni dejarse arrastrar por ellas. Una vez que se hace esto, a veces tras varios intentos, se puede comenzar a perder el miedo a esas emociones, lo que va a producir la tranquilidad mental suficiente para poder reflexionar en profundidad y comprender el origen interno y externo del conflicto, las ideas erróneas que lo sustentan.

¿Qué son los sesgos cognitivos, cómo nos afectan y cuáles son los más comunes?

Los sesgos cognitivos son interpretaciones erróneas inconscientes de la realidad, son muy habituales en la mayoría de las personas y producen una distorsión que va a generar problemas, errores y malentendidos que acaban siendo fuente de malestar. En el libro exponemos algunos de los más comunes, exponiendo la forma real de resolverlos pues hasta ahora las soluciones que se han dado a los sesgos cognitivos son insuficientes. o se aconseja cambiar hábitos mentales, o que se haga lo contrario o directamente se asegura que no tienen solución.

Un ejemplo es el llamado sesgo de veracidad por el cual muchas personas dan credibilidad a lo que dicen otras dando por sentado que son honestos, cuando en realidad muchas personas mienten habitualmente. Este sesgo se refuerza por el simple hecho de que el hablante muestre seguridad y convencimiento. Es evidente que esos parámetros no son una buena manera de discernir lo que es cierto de lo que no, y que puede llevar a dejarse influir con ideas erróneas. En el caso del sesgo de veracidad la solución no es «tratar de no dejarse influir» ni es suficiente proponerse razonar, pues una parte importante de los sesgos son las emociones. La causa, por tanto, podría ser el temor a descubrir a un mentiroso o la necesidad de dejarse conducir por los que considera fuertes debido a su inseguridad, o por temor a no saber, o a vivir con incertidumbre…

Otros sesgos comunes son escuchar sólo las opiniones que están de acuerdo con lo que uno piensa; creer que se tiene el control sobre cosas que en realidad no se controlan; sobrevalorar o infravalorar las propias capacidades; generalizar a partir de una o dos experiencias… Hay bastantes.

¿Cómo nos afectan los pensamientos intrusivos?

Son pensamientos involuntarios, inesperados y normalmente con una fuerte carga emocional. Los hay de mayor o menor gravedad e intensidad. Un ejemplo de los más angustiosos es cuando una persona va conduciendo y aparece en su mente una imagen estrellando su coche contra un puente sin que esa persona tenga ninguna intención de hacerse daño. O alguien a quien le surge la idea de agredir con un cuchillo a un ser querido, cuando en realidad lo ama; o una madre que tenía imágenes de abusar de su hijo, lo cual estaba muy lejos de su forma de ser y le perturbaba enormemente…

Hay muchos tipos de pensamiento intrusivo que asustan y hacen sufrir. La forma correcta de erradicarlos no es luchar contra ellos, entre otras cosas porque no funciona, tampoco aprender a bloquearlos, sino prestar atención y perder el miedo a las sensaciones corporales que producen… Esta exploración conducirá a dejar de temerlos y poder comprender el origen psicológico de dichos pensamientos, y con ello resolverlo. La causa de los pensamientos intrusivos son conflictos psicológicos no resueltos que llevan emociones reprimidas durante un cierto tiempo.

¿Es habitual que confundamos los síntomas con las causas en los casos de ansiedad o depresión? ¿Por qué?

Sí, por la dificultad que supone comprender las causas de estos estados psicológicos, pues no son evidentes o conscientes. La mayoría de los profesionales del ámbito de la psiquiatría e incluso de la psicología, se centran en hacer desaparecer los síntomas de la ansiedad o la depresión, dando la impresión de que haciendo esto el problema está resuelto. Obviamente no es así, es como creer que anestesiando el dolor de una infección dental se cura la infección.

No hay aún mucho conocimiento profundo sobre las causas de los conflictos psicológicos, ni hábito de profundizar en ello. La preocupación generalizada por la psicología es un fenómeno social reciente y hay mucho que aprender. Nosotros llevamos más de 30 años investigando la mente humana y casi 25 años de práctica profesional basada en el fruto de nuestras investigaciones, con muy buenos resultados, porque lo que hacemos es lógico y eficaz. No son pocas las personas que acuden a nuestra consulta tras años de poner en práctica técnicas que no funcionan o con recaídas recurrentes en un trastorno a lo largo de los años, por haberse centrado en los síntomas en lugar de en las causas.

Es habitual además poner las causas en cuestiones externas, que aunque influyen no son la fuente principal. También se tiende a afirmar que la causa es una experiencia, cuando en realidad una misma experiencia puede afectar de manera diferente a dos personas.

Las causas de la ansiedad son temores, miedos profundos, que surgen tras años de represión muy eficaz de dichos miedos. Y una de las causas de la depresión es el odio hacia uno mismo o hacia otros.

¿Podemos separar los pensamientos de las emociones? ¿Es útil y beneficioso?

Pensamientos y emociones están íntimamente relacionados y no ocurren por separado, aunque no seamos conscientes de ello. Es útil explorar ambos aspectos por separado inicialmente, pero para resolver un problema psicológico hay que comprender cómo interactúan ambos. Es muy beneficioso descubrir lo que se piensa y siente, sin juzgarlo, con curiosidad por explorar y entender los acontecimientos que suceden en el interior de uno mismo en relación con la vida. Esta investigación interna conduce a aprender a resolver lo que hace sufrir para encaminarse al bienestar y la felicidad, aumentando la inteligencia y, por consiguiente, la bondad.